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Alessandra no se borra

Presente   , , ,   30 de marzo de 2017

Texto – Nacho Barranco

Aparece Alessandra Aguilar por el la pista del INEF en Madrid. Llega tras unos días en Japón y lo primero que hace después de saludar es enseñar el colgante que luce en su cuello. Lo recibió al cruzar la línea de meta del que, según explica una y otra vez, va a ser su último maratón en la élite. La cita tuvo lugar en Nagoya, rodeada de otras 19.000 mujeres, y supuso el adiós a la distancia de una de las mejores maratonianas españolas de la historia.

Alessandra Aguilar - Sportmedia

Pero ojo, que no lo deja. “Son ocho años preparando campeonatos con muchísima exigencia y necesito cambiar los objetivos, tener un verano de desconexión y relax“. A partir de ahora llegarán nuevos planes, objetivos que no impliquen recorrer 42 kilómetros y 195 metros para volver a disfrutar de eso que lleva haciendo tantos años como su memoria es capaz de recordar.

Desde su Lugo natal a la sombra de Mariano Castiñeira hasta Madrid, donde recorre kilómetros desde que a los 18 años llegara para estudiar en la universidad y continuar con su carrera atlética: “tuve que elegir entre ir a Santiago con mis amigas y olvidarme del atletismo o venir a Madrid”.

Aunque, pensándolo bien, quizá nos estemos adelantando en el tiempo. Vayamos al origen:

“Mi padre dice que la primera carrera que hice fue con dos años”, recuerda Aless mientras habla del atletismo como algo secundario: “nosotros íbamos a las carreras y pasabas el día con los demás niños. Correr era casi lo de menos“. Eran los años 80 y la niña comenzaba a crecer. A comprobar que en su cuerpo había un talento que tardaría poco en brotar.

Entonces el atletismo dejó de ser solo un juego. Cada segundo comenzó a contar, a ser imprescindible. Planificaciones, ritmos, competiciones, victorias. Cambió, como leíamos antes, Lugo por Madrid. Se profesionalizó y sus pasos comenzaron a ser guiados por diferentes entrenadores: Luis Miguel Landa, Guillermo Ferrero, Fernando Lozano y, desde 2008, Antonio Serrano.

Alessandra Aguilar INEF - Sportmedia

Era 1996 cuando se trasladó a Madrid para que la capital fuera testigo de sus zancadas y la pista del INEF, donde “las instalaciones se han mejorado muchísimo en todos estos años”, veía cómo día a día la joven gallega torturaba a sus piernas sin querer saludar a la distancia que le iba a catapultar a la élite mundial. “Siempre me habían dicho que el maratón iba a ser lo mío, pero no me veía capacitada. Es una distancia que tiene que imponer respeto y que hay que afrontar con años de experiencia”.

Fue en 2008 cuando, por fin, dio el paso. “Me di cuenta que mi única posibilidad de ir a unos Juegos Olímpicos era con el maratón. Fue la mejor idea que he tenido en mi vida”. El asfalto entró en su vida y los éxitos comenzaron a llegar. 2h29:03 en su primer maratón, olímpica en Pekín y la sensación de haber encontrado su media naranja atlética cumplidos los 30 años.

Una distancia que le ha llevado a la gloria y al dolor. Al quinto puesto en Moscú 2013 y al abandono en Rio 2016 tras desplomarse repentinamente. Momentos antagónicos en una relación que ha tenido altibajos y situaciones de mucha tensión. Como sus dos aproximaciones al récord de España de Ana Isabel Alonso (2h26:51, San Sebastián 1995) que no acabaron por rubricarse. Las dos en Rotterdam, en 2011 y 2013, y las dos a un suspiro del primado nacional: 9 y 12 segundos. Miseria temporal que Alessandra asume con sensatez: “en 2013 me dio muchísima rabia, porque nada salió como debía, pero cuando echo la vista atrás y pienso en el quinto puesto de Moscú veo que lo ha compensado todo. Todo el esfuerzo tuvo recompensa”.

Alessandra Aguilar Europeo Cross Chia - Sportmedia

Y lo dice sabiendo que esas sensaciones no volverán a recorrer su cuerpo. Porque ella ya ha dicho adiós a su amor. Ha sabido dejarlo cuando su cuerpo se lo ha pedido, agotado por dos ciclos olímpicos al máximo nivel, recorriendo muchos kilómetros. Haciéndolo muy rápido.

Deja paso a otras mujeres españolas, como Gema Martín, de la que cree que “se adaptará muy bien a la distancia”. O Paula González, que “va a poder pelear por batir el récord de España”. Y claro, Trihas Gebre, que “si pasa al maratón y todo sale bien va a acabar llevándose la gloria del récord”.

Ahora llega el tiempo de disfrutar, como este mismo fin de semana, donde volverá a ponerse un dorsal en el Medio Maratón Villa de Madrid. Llegarán también carreras de 10 kilómetros bajo el sol del verano y regresará el otoño para que le veamos de nuevo en las mejores citas nacionales de cross. Pero quizá es adelantarse demasiado.

De momento sigue disfrutando de su deporte al lado de un grupo de entrenamiento que para ella “lo hace todo”. Y lo dice una mujer acostumbrada a las series en solitario y los rodajes con la única compañía de su sombra. “Después de Rio las chicas han sido un apoyo brutal”, explica mientras habla de sus antiguos compañeros con la admiración de una aficionada más: “Chema (Martínez) era súper profesional, Higuero hacía fácil lo difícil y Loli (Checa)… increíble. Luego cuando les veías competir comprendías que todo tenía sentido”.

Siempre hablando en pasado, como diciendo que su generación ya está dando los últimos coletazos. Poco queda para el día en el que decir adiós a la élite: “no tengo miedo a dar el paso, pero creo que todavía no ha llegado el momento”. Será entonces cuando volverá a Nueva York a recorrer sus calles, “porque es el mejor maratón del mundo”. Cuando los niños a los que da clases de inglés se multipliquen y su otra vocación, ser maestra, se convierta en una realidad.

El momento, también, de demostrar que su tarta de chocolate “es la mejor del mundo” sin miedo a que los kilos de más arruinen una planificación milimétrica. De enseñar a los niños de una escuela de atletismo a “aprender a competir, a ganar, a perder, a pelear, a sacrificarse y, sobre todo, a disfrutar”. De seguir vinculada a un deporte que le ha formado como persona.

Y llegará el momento de ser madre. Sobre todo.

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